Nociones: ESENCIA Y EXISTENCIA
La distinción entre esencia y existencia llega a la filosofía occidental por Tomás de Aquino, quien la había tomado de Avicena, y fue utilizada para distinguir entre los seres contingentes, las criaturas, y el ser necesario. Dios es el ser necesario, es el único ser en el que la esencia se identifica con la existencia, su esencia consiste en existir.
La angustia es distinta del miedo: el miedo aparece ante un peligro concreto. La angustia no aparece por ningún motivo concreto, es miedo a las consecuencias de nuestras decisiones. Lo que somos y lo que vamos a ser depende sólo de nosotros mismos. Es la emoción o sentimiento que acompaña a la conciencia de nuestra libertad.
La angustia no lleva a la pasividad, la angustia es condición de la acciónlibre pues si no tuviésemos que elegir no nos sentiríamos responsables ni tendríamos angustia. La angustia acompaña siempre al ser humano, no sólo en las decisiones extremas; si no sentimos angustia es porque actuamos basándonos en la mala fe,pues no nos consideramos libres ni responsables de nuestras acciones.
La angustia se hace más profunda si tenemos en cuenta que nuestras decisiones no son puramente individuales, al tomar una decisión no sólo nos comprometemos nosotros, sino a toda la humanidad. Al elegir afirmamos el valor de un modo de ser humano. Por eso la libertad absoluta no lleva a una elección caprichosa. No se puede olvidar la pregunta ¿y si todo el mundo hiciera lo mismo?
Nadie puede dar respuesta a un dilema que le plantea otro ser humano, cada uno tiene que crear su propia escala de valores. Cuando pedimos consejo a otro, ya hemos decidido, pues acudimos a alguien cuyas actitudes e ideas nos son conocidas. Vamos a oír lo que deseamos oír. No podemos excusarnos en lo que hacen otras personas en idéntica situación, ni imponer a los demás nuestro camino por ser el mejor.
El ser humano empieza a existir, sin tener un ser propio, empieza siendo nada, y se construye a sí mismo a partir de sus proyectos; el hombre es lo que ha proyectado ser. Somos libres porque no estamos determinados, como el resto de los animales y las cosas. Somos lo que hemos querido ser y siempre podremos dejar de ser lo que somos. Los fines que perseguimos no nos vienen ni del exterior ni del interior. No se nace héroe o cobarde, al héroe siempre le es posible dejar de serlo, lo mismo que al cobarde. Estamos condenados a ser libres: condenados porque no nos hemos dado a nosotros mismos la libertad, no nos hemos creado, no podemos dejar de ser libres.
Las situaciones que vivimos no nos determinan. La libertad es el modo como nos enfrentamos a una situación. No existen los valores como realidades independientes de nuestra voluntad. Los valores los creamos al decidirnos a actuar. Todos estas decisiones constituyen el proyecto de mi existencia.
La contingencia es un rasgo común a todas las cosas, incluido el ser humano. Es “el estar de más”, el existir de modo gratuito, no necesario, sin que exista justificación o necesidad alguna. La noción de contingencia la encontramos también en Santo Tomás. Todas las cosas finitas son contingentes pues son una mezcla de esencia y existencia. Necesitan de otras cosas para existir y para ser lo que son. Santo Tomás deduce de este hecho la existencia de un ser necesario, al que llama Dios. Para Sartre las consecuencias existenciales son distintas, las cosas “están de más” y nosotros también.
Dios es exterior al mundo y sirve para darle sentido y hacerlo comprensible. Al negar la existencia de Dios, que considera absurda, nos enfrenta al carácter gratuito de nuestra existencia. El mundo existe pero podría perfectamente dejar de existir, y esto se aplica a las cosas concretas y a nosotros. No existen un plan o proyecto divino o natural. Estamos “arrojados a la existencia”, pero nuestra presencia en el mundo carece de sentido, la vida es absurda, el nacimiento es absurdo, la muerte es absurda. Sartre llama “náusea” a esta experiencia vital, por la que descubrimos el absurdo de nuestra existencia.
Sartre considera que no existe la naturaleza humana, pues nuestro ser es indeterminado, nada determina nuestro comportamiento, ni el alma, ni los genes. No existe la naturaleza humana, lo que tenemos en común con los demás es la condición humana, que consiste en estar arrojado al mundo, tener que trabajar, vivir en medio de los demás y ser mortal. Todo individuo tiene que enfrentarse a estos hechos. Tenemos que enfrentarnos a la libertad, a la sociabilidad y a nuestras carencias materiales. Aunque cada proyecto humano es distinto, no son extraños, porque todos son formas de enfrentarse a nuestros límites.
Todo proyecto humano, por muy individual que parezca, tiene un valor universal. Cuando elijo afiliarme a un sindicato, no elijo sólo como individuo, también como ser humano.
Por los actos que vamos realizando nos vamos haciendo de una determinada manera, nadie nace cobarde o generoso, el ser vencido por una pasión o por el miedo es un modo de elegir.
Sartre no niega los condicionamientos de la existencia humana, los obstáculos que encontramos los creamos nosotros mismos al asumir un proyecto determinado. Un paralítico está especialmente condicionado por situación física. Pero hay muchas maneras de vivir con una parálisis. El ser humano no elige su ser, elige su modo de ser. La conciencia da sentido a nuestro entorno, como a nuestro pasado o al futuro. Para unos es una oportunidad lo que para otros es una desgracia.
Al morir nos convertimos en algo ya hecho, entonces nuestra vida puede ser analizada objetivamente, como si fueramos sólo una cosa. Pero mientras vivimos ni nuestro pasado ni nuestro ambiente determinan lo que somos, no se puede saber lo que somos.
La distinción entre esencia y existencia llega a la filosofía occidental por Tomás de Aquino, quien la había tomado de Avicena, y fue utilizada para distinguir entre los seres contingentes, las criaturas, y el ser necesario. Dios es el ser necesario, es el único ser en el que la esencia se identifica con la existencia, su esencia consiste en existir.
En el caso de los objetos artificiales su esencia precede a su existencia; la esencia es el conjunto de rasgos que deben estar en un objeto para que sea lo que es. Cuando queremos fabricar un objeto recurrimos a su concepto, el concepto expresa la esencia del objeto. Un artesano parte del concepto de libro para fabricarlo;la existencia concreta la intenta acomodar a la esencia universal.
Dios como creador es el artesano supremo, el artesano del mundo: Dios crea las cosas a partir de las ideas eternas. Somos la realización concreta del concepto de ser humano que tiene Dios. En la Edad Moderna la idea de Dios entra en crisis, pero no ocurre lo mismo con la idea de que la esencia precede a la existencia; y se sigue pensando que existe la naturaleza humana, cada ser humano es un ejemplo concreto de la esencia humana.
Si Dios no existe, tampoco existe la esencia de ser humano. Hay un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por un concepto. El ser humano no es definible, porque empieza por siendo nada. No existe la naturaleza humana, porque no hay Dios para imaginarla. El ser humano es el único ser que es tal como él se concibe.
Si prescindimos de la conciencia, el mundo queda reducido a las cosas, las cosas son, pero pueden dejar de existir. La nada no está presente en las cosas, cuando decimos que las cosas cambian, que una semilla se convierte en un árbol, estamos introduciendo características que no existen en la realidad. El ser humano es el ser por el que la nada viene al mundo. La conciencia es negación, distanciamiento, no tiene esencia, no es, es nada, es por eso libertad, el ser del hombre consiste en ser libre, en no ser nada determinado. El hombre no ha sido creado para ningún fin.
Nociones: ANGUSTIA Y RESPONSABILIDAD.
La ausencia de determinismos nos hace totalmente libres y responsables. Esto resulta muy incómodo, pues no tenemos excusas para nuestros actos. El hombre que cree en la moral tradicional, sigue las normas establecidas, sabe siempre lo que tiene que hacer y se siente seguro y tranquilo.
Para el existencialista no son válidas esas normas, y cuando ha realizado una decisión, no puede saber si es buena o mala, esto es lo que crea la angustia. Al caer en la cuenta de la total libertad y responsabilidad de nuestros actos, aparece la angustia.
La angustia no lleva a la pasividad, la angustia es condición de la acciónlibre pues si no tuviésemos que elegir no nos sentiríamos responsables ni tendríamos angustia. La angustia acompaña siempre al ser humano, no sólo en las decisiones extremas; si no sentimos angustia es porque actuamos basándonos en la mala fe,pues no nos consideramos libres ni responsables de nuestras acciones.
La angustia se hace más profunda si tenemos en cuenta que nuestras decisiones no son puramente individuales, al tomar una decisión no sólo nos comprometemos nosotros, sino a toda la humanidad. Al elegir afirmamos el valor de un modo de ser humano. Por eso la libertad absoluta no lleva a una elección caprichosa. No se puede olvidar la pregunta ¿y si todo el mundo hiciera lo mismo?
Tema: ATEÍSMO Y LIBERTAD.
El existencialismo de Sartre es el esfuerzo por sacar todas las consecuencias de una posición atea coherente. El existencialismo no es un ateísmo pues se agotaría demostrando que Dios no existe. Aunque Dios existiera no cambiaría nuestro punto de vista, el problema no es la existencia de Dios, sino que el ser humano se encuentre a sí mismo y se convenza de que nada o nadie puede salvarlo de sí mismo.
Es muy incómodo que Dios no exista, porque con él desaparen nuestras seguridades, no está escrito en ninguna parte que el bien exista, que haya que ser honrado, que no haya que mentir; puesto que estamos en un mundo donde solamente hay hombres.
La idea del hombre como un ser libre es una consecuencia inevitable del ateísmo. La concepción creacionista es semejante a la visión técnica del mundo. Cuando Dios crea las cosas del mundo las crea a partir de una idea eterna previa, del mismo modo que el artesano crea un libro a partir de la idea que tiene de libro. Si Dios no existe hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido.
El ser humano empieza a existir, sin tener un ser propio, empieza siendo nada, y se construye a sí mismo a partir de sus proyectos; el hombre es lo que ha proyectado ser. Somos libres porque no estamos determinados, como el resto de los animales y las cosas. Somos lo que hemos querido ser y siempre podremos dejar de ser lo que somos. Los fines que perseguimos no nos vienen ni del exterior ni del interior. No se nace héroe o cobarde, al héroe siempre le es posible dejar de serlo, lo mismo que al cobarde. Estamos condenados a ser libres: condenados porque no nos hemos dado a nosotros mismos la libertad, no nos hemos creado, no podemos dejar de ser libres.
Las situaciones que vivimos no nos determinan. La libertad es el modo como nos enfrentamos a una situación. No existen los valores como realidades independientes de nuestra voluntad. Los valores los creamos al decidirnos a actuar. Todos estas decisiones constituyen el proyecto de mi existencia.
El ser humano es totalmente responsable: no tenemos excusas, lo que somos es la consecuencia de nuestra libertad; somos responsables de nosotros mismos. Como somos la suma de nuestros actos y nada más, el existencialismo es una filosofía de la acción, aunque afirme que nuestra existencia no tiene sentido.
La contingencia es un rasgo común a todas las cosas, incluido el ser humano. Es “el estar de más”, el existir de modo gratuito, no necesario, sin que exista justificación o necesidad alguna. La noción de contingencia la encontramos también en Santo Tomás. Todas las cosas finitas son contingentes pues son una mezcla de esencia y existencia. Necesitan de otras cosas para existir y para ser lo que son. Santo Tomás deduce de este hecho la existencia de un ser necesario, al que llama Dios. Para Sartre las consecuencias existenciales son distintas, las cosas “están de más” y nosotros también.
Dios es exterior al mundo y sirve para darle sentido y hacerlo comprensible. Al negar la existencia de Dios, que considera absurda, nos enfrenta al carácter gratuito de nuestra existencia. El mundo existe pero podría perfectamente dejar de existir, y esto se aplica a las cosas concretas y a nosotros. No existen un plan o proyecto divino o natural. Estamos “arrojados a la existencia”, pero nuestra presencia en el mundo carece de sentido, la vida es absurda, el nacimiento es absurdo, la muerte es absurda. Sartre llama “náusea” a esta experiencia vital, por la que descubrimos el absurdo de nuestra existencia.
Tema: EL HOMBRE COMO PROYECTO
Sartre considera que no existe la naturaleza humana, pues nuestro ser es indeterminado, nada determina nuestro comportamiento, ni el alma, ni los genes. No existe la naturaleza humana, lo que tenemos en común con los demás es la condición humana, que consiste en estar arrojado al mundo, tener que trabajar, vivir en medio de los demás y ser mortal. Todo individuo tiene que enfrentarse a estos hechos. Tenemos que enfrentarnos a la libertad, a la sociabilidad y a nuestras carencias materiales. Aunque cada proyecto humano es distinto, no son extraños, porque todos son formas de enfrentarse a nuestros límites.
Todo proyecto humano, por muy individual que parezca, tiene un valor universal. Cuando elijo afiliarme a un sindicato, no elijo sólo como individuo, también como ser humano.
Por los actos que vamos realizando nos vamos haciendo de una determinada manera, nadie nace cobarde o generoso, el ser vencido por una pasión o por el miedo es un modo de elegir.
Sartre no niega los condicionamientos de la existencia humana, los obstáculos que encontramos los creamos nosotros mismos al asumir un proyecto determinado. Un paralítico está especialmente condicionado por situación física. Pero hay muchas maneras de vivir con una parálisis. El ser humano no elige su ser, elige su modo de ser. La conciencia da sentido a nuestro entorno, como a nuestro pasado o al futuro. Para unos es una oportunidad lo que para otros es una desgracia.
Al morir nos convertimos en algo ya hecho, entonces nuestra vida puede ser analizada objetivamente, como si fueramos sólo una cosa. Pero mientras vivimos ni nuestro pasado ni nuestro ambiente determinan lo que somos, no se puede saber lo que somos.
Cada hombre hace una elección original al proyectar su yo ideal, esta proyección implica una serie de valores y una línea de actuación. El yo ideal no siempre coincide con sus acciones. El proyecto original puede ser cambiado, pero esto requiere un cambio radical, una conversión.
Tenemos la posibilidad de engañarnos, adoptando alguna forma de determinismo, negando nuestra libertad. Esto es la mala fe, que es un estado de conocimiento y desconocimiento simultáneos. La mala fe es un autoengañarse, mientras que la mentira es engañar a los demás. Sartre pone como ejemplo de mala fe, el de una joven que deja que un pretendiente ponga una mano sobre la suya, sin tomar en consideración sus intenciones para no tener que tomar una decisión. A la mala fe se le opone la autenticidad.
Podemos comparar la existencia con la obra de un pintor. Aunque actualmente los artistas gozan de gran libertad, las obras pueden ser valoradas cuando están terminadas. Lo mismo ocurre en la moral, no podemos saber lo que hay que hacer en cada situación. Pero podemos valorar las acciones realizadas, negativamente si se han basado en la mala fe. La mala fe es siempre una mala elección porque es una mentira.
Aunque cada hombre tiene un proyecto diferente, existe un proyecto básico. El hombre aspira a unir ser y conciencia al mismo tiempo. Este ideal coincide con el concepto de Dios. Somos fundamentalmente deseo de ser Dios. Desafortunadamente la idea de Dios es contradictoria, porque la conciencia es la negación del ser. El hombre es una pasión inútil. Aspiramos a la divinidad perotenemos que morir. Ni el nacer ni el morir tienen sentido, todo es gratuito y superfluo. El suicidio no elimina el problema, porque la muerte también es inútil. Se que existo, que el mundo existe, eso es todo y da lo mismo. Esto es la náusea.
Esta postura tan radical y tan pesimista que aparece en sus primeras obras, se moderó al final de la segunda guerra mundial, a partir de "El existencialismo es un humanismo" , aquí ya no insiste en que el hombre es una pasión inútil.
El existencialismo no es humanista porque admire a la humanidad por las producciones o valores de algunos hombres, ni porque considere que el ser humano es el más perfecto de todos los seres. Este humanismo no es correcto. El existencialismo es un humanismo porque es una filosofía de la acción y de la libertad: la dignidad humana está en su libertad, gracias a ella, creamos el futuro sin estar determinados por el pasado, trazamos metas y construimos nuestro ser; por eso el existencialismo es una doctrina de la acción. Ademásl el único universo es el universo humano; esto quiere decir que no hay nada por encima del ser humano.
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